“Una genialidad es 1% de inspiración y 99% de transpiración”´, ésta es una frase que siempre disfruté y compartí con mis estudiantes de universidad…
Hola, soy Zamná Aké y soy corredor!!!
Han pasado 11 días desde esos 21k… Mi primer medio maratón, (el primero de muchos espero) y definitivamente aún siento la emoción y adrenalina de cada km que recorrí el pasado 21 de abril. No suelo relatar cada uno de ellos porque pudiera ser algo aburrido, pero al igual de muchos que corremos, estoy seguro que tenemos memoria de cada km de las diferentes carreras y competencias en las que hemos estado.
¿Por qué hasta hoy escribo? Tenía tantas ideas sin orden y revueltas con mis emociones, que no quería escribir más disparates de lo que hago de manera habitual.
Tal y como lo escribí antes de los 21k, mi intención fue disfrutar esta carrera y distancia en cada instante, sin pensar en otra cosa más que en correr, pero debo admitir que no pude al 100% porque a diferencia de otras veces, en mi ruta, hubieron tantos sentimientos que me demostraron que no se trataba de cualquier cosa.
4:30 de la mañana y mis manos me temblaban de la adrenalina, en mi sillón la ropa ya estaba lista desde 12 horas antes, con un ejercicio de habilidad mental en el que me vestía paso a paso para no olvidar nada; calcetines, lycra, monitor cardiaco, playera, relojes, número… de memoria me los ponía y repasaba de nuevo, como si en algún momento fuera a faltar algo.
Encaminados al punto de salida, mi estómago y mis ¡pinches nervios! me jugaron una bella broma que ¡jamás había sentido!, sí, ganas de vomitar!!
Comenzamos con un calentamiento moderado y a estirar las piernas para evitar cualquier problema, desafortunadamente no he encontrado algún ejercicio que me quite los nervios.
Las calles mojadas y húmedas por la lluvia del día anterior, lo que hacía sentir cierto espesor en el aire; 10 minutos después de calentar y ya estaba empapado en sudor.
Nos formamos para la salida y esperábamos el disparo, claro, este no ocurrió hasta que el político hiciera acto de presencia en shorts, desfajado y despeinado.. “keske pa`hacer acto de presencia”.
Unos minutos después de lo estipulado, ¡comenzamos a correr! y es ese gran momento en que los nervios, angustia y dudas desaparecen para empezar a sentir por un breve momento esa sensación de cansancio, que nos indica que ya estamos corriendo.
¿Qué podía salir mal, si hace una semana corrí 18km sin mayor problema?, pensé…
De esta respuesta una vez más aprendí que cada carrera es diferente, aún si se corre en la misma ruta.
Vaya, íbamos a un paso un poco más rápido de lo que estaba planeado, más adelante sentiría efecto, pero lo que más me preocupó fue la humedad que me hacía muy pesada la respiración.
Llegamos al km 12 y aún estaba entero, hasta que la humedad y la falta de hidratación adecuada que tuvimos empecé a sentirlos…
km 13 fatídico!!! calambre en el pie izquierdo… ¡Qué carajos!, pensé, ¿hoy? ¿aquí? ¿por qué? ¿qué hago? y tuve que bajar el ritmo e inclusive caminar en trayectos, pero de eso a ¿parar? ¿cuándo fue opción?. En este punto tuve que lidiar con la frustración de frenar, frenar y caminar, aún cuando no quería, aún cuando no me sentía cansado. A mi lado y durante los 21k vino mi hermano y entrenador jalándome y motivándome a su manera, a su muy peculiar manera (¡dale cabrón, no pares carajo!) y el calambre venía haciendo fiesta en mi pie izquierdo.
Seguimos avanzando, sin agua, con sol, acalambrado y sobre todo frustrado, porque esperé muchos meses para este momento y por instantes el tiempo que pensé que podía hacer,quedó muy lejos.
De pronto, vi el letrero, ¡Km 18! ¡Ya merito! sólo faltan 3!!! y ahí desapareció el calambre, se fue la frustración y llegó la necesidad de ver la meta y a mis amigos que me habían dicho que estarían para recibirme.
¿Cómo fallar? ¿Cómo fallarle a mis hermanos, a mi entrenador, a mis ¿amigos? ¿Cómo fallarme? ¡si yo pedí esto!. ¿Qué le voy a enseñar a mi hija? ¿que cuando las cosas se pongan difíciles, baje los brazos y se de la vuelta? Desde el km 12 estas ideas rondaban en mi cabeza…
De pronto ahí estaban ellas, mi esposa y su pancita… esperándome para darme mi playera, para apoyarme, para decirme “¡vamos papi!” y así mi paso se aceleró al ritmo de mi corazón…
Y a lo lejos ¡la vi!, ¡la meta!, ¡ahí estaba!, ¡lo logré!, ¡ya falta poquito! y entendí que levantadas a las 4:00 am, 5:00am mientras otros duermen, dejar de desvelarme, comer más sano y la espera de 35 años ¡habían valido la pena!. Mi corazón comenzó a latir más fuerte, mis ojos se llenaron de lágrimas y a mi lado, serio, prudente y como siempre ecuánime, venía mi entrenador y compañero de toda la vida. Que no me dejó parar, que no me dejó ceder, que no me dejó de ¡joder!
De pronto, al acercarme, ahí esperándome también estaban mis nuevos hermanos, aplaudiendo, sonriendo, sabiendo y entendiendo lo que significaba para mi, esta llegada, y es que, definitivamente ellos logran ver lo que otros no ven, y es el corazón de corredor, que aún se oculta en el cuerpo de alguien que aparentemente no corre.
Entraron conmigo más de 15 personas de mi familia “Runners Team Mérida” Entré feliz, con lágrimas en los ojos. De fondo, escuché mi nombre, que decía “Ahí viene Zamná! corrriendo como campeón, como si hubiera ganado”! y ¡cómo no, lo logré! le regalé 21 km de alegría, dolor, frustración a mi vida… 2:49:00 después de haber escuchado el disparo de salida, estaba entrando a la meta y mirando al cielo.´
¡Gracias Dios! porque tú eres quien lo hizo posible, porque tú me llevaste al final.
Gracias Nazul, mi entrenador, amigo y gemelo, que me acompañaste a nacer otra vez.
Gracias Nicte, por inspirarme y compartirme de este mundo al que ya pertenezco
Gracias mami, por alentarme y decirme siempre que sí puedo.
Gracias papá, porque la palabra renunciar, la prohibiste de nuestro lenguaje.
Gracias Anabel, por tu amor, apoyo y por darme lo más grande que he tenido.
Gracias hermanos y amigos Runners Team Mérida, porque con ustedes correr, va más allá de mover los pies hacia la meta.
Mis primeros 21km se los dedico a mis abuelos, va por uds, donde quiera que estén.
Y así, disfruté mi primer medio maratón…
Hay que creer en lo imposible, y realizar una ilusión de lo increíble