Podrás recorrer el mismo camino tantas veces puedas y quieras,
pero nunca será igual, porque no cambia el recorrido, sino el que lo cruza…
A momentos cierro mis ojos, me concentro
por un breve instante y nuevamente me veo ahí, en las calles del DF, recuerdo mi
respiración, emoción, nervios, miedo, incluso las lágrimas y esos instantes que
viví durante mi primer maratón.
Es muy cierto, aquella idea ( y que se me
hacía muy extraña) “No es la misma persona la que empieza y la que termina un
maratón” esa frase tomó mucho sentido al cruzar la meta, al razonar lo que había
hecho, vaya, simplemente que ¡lo había hecho!.
Una vez que regresé a Mérida, escribí mi
primera memoria sobre aquella experiencia, en mi cabeza ya estaba muy claro lo
que seguía y lo que mi corazón deseaba en ese aspecto: empezar a entrenar para
volver a correr y hacerlo mejor.
En ningún momento he tenido pena en decir,
que durante mi primer entrenamiento, en todo momento sentí nervios, emoción y
miedo… sí mucho miedo… y ese fue uno de los principales motivos por los que
decidí rodearme de tanta gente que me brindara una sonrisa y apoyo para
lograrlo. Créanme cuando les digo que siempre estuvieron conmigo.
Pues bien, 2015 empezó y como el año
anterior puse mi entrenamiento en las manos de Dios (sí y más adelante hablaré
más de ello) y una de las decisiones que tomé fue cortar ese vínculo emocional
que hice la primera vez, y empezar a entrenar solo y por mi cuenta, nuevamente
fueron 32 semanas.
Primero fueron 8 semanas, después 24. Han sido largas, con
muchos entrenamientos buenos, malos, terribles y llenos de aprendizaje.
A finales de mayo empezaron los fondos con los 21k de la Marina
y de ahí fueron subiendo poco a poco. No fueron fáciles, ni descansados, pero
todos terminados con una sonrisa y lleno de felicidad, pues a mi lado estuvo mi
esposa, mi hija y bebé en camino. animándome, apoyándome y sobre todo
recordándome que bajar las manos nunca será opción. Recuerdo un entrenamiento en
el que me sentía muy cansado y veía la cara de mi hija seria, preocupada ¿cómo
podía parar? sólo quedaba sonreír y no dejar de correr.
Llegaron los fondos largos y más difíciles y tuve la bendición
de correrlos con grandes corredores, experimentados y que en todo momento
tuvieron mucho que compartir y de los que aprendí desde cómo subir de manera
correcta un puente, cómo bajarlo, cómo sostener mejor un ritmo, una serie, sacar
fuerzas cuando ya sentía que no podía, y tener una gran sonrisa en todo momento.
El acompañamiento, consejos y jalón de orejas de mi amigo y Nutriólogo, que siempre ha creído en mi... De verdad, esos momentos no se olvidan, esas personas se quedan en el corazón.
El acompañamiento, consejos y jalón de orejas de mi amigo y Nutriólogo, que siempre ha creído en mi... De verdad, esos momentos no se olvidan, esas personas se quedan en el corazón.
Estoy a tres días de volver a recorrer el camino, de volver a
estar en la línea de salida, temblando de miedo, emoción y con ganas de pasar
cada kilómetro guardando el mejor instante en mi memoria, estoy a tres días de
volver a cumplir mi sueño y sonreír al cielo, a cada una de esas personas que
hoy no están a mi lado y darles las gracias por acompañarme.
Esta vez mi esposa e hija no van conmigo, pues en pocos días
viene mi segundo regalo de Dios. Sí, mi segundo hijo, que desde que me enteré de
su llegada ha sido en todo momento un pensamiento de emoción y alegría. En esta
ocasión a mis viejas les toca esperarme en casa y en mi corazón está el deseo de
volver pronto a su lado, de abrazarlas y llorar como la primera vez, porque es
una medalla que yo tomo, pero que entre los cuatro nos ganamos, que les costó
despertar temprano, mañanas sin mi a su lado, soportar mis nervios y locuras.
Así que no viajan conmigo, pero mi pequeña gran familia va en mi corazón, porque
simplemente sin ustedes tres, nada tendría sentido.
Hace unos días recordaba los comentarios que me hacían,
hicieron y a veces todavía me hacen cuando me ven y sale a la plática que me
gusta y disfruto correr. La cara de incredulidad y a veces hasta de burla. Pocos
entenderán que lo que he logrado, compartido y los retos que he superado, no son
por que entrene mucho, por que sea un gran corredor radique en una gran
preparación. En eso NO RADICA… Una vez pregunté ¿Qué necesitas saber para creer
que puedes ?. Para mi es simple…Dios ha estado a mi lado en todo momento, él ha
permitido que cada mañana yo me levante y tenga a mi lado a mis padres, hermanos
y familia, Él ha puesto gracia en todas aquellas personas que me han acompañado
y sólo por ese motivo hoy puedo estar escribiendo estas líneas. Habrá quien no
lo crea, entienda y le cause inclusive risa, está bien, nunca he esperado de
ninguna manera aceptación. Pero ahí radica la diferencia entre el “no va a
poder” y el “¡mira sí pudo!”
Nunca corro solo…
32 semanas después y primeramente Dios, estaré nuevamente para
recorrer esa distancia y llevar a cada uno de ustedes en mi corazón, en mis
pasos y en mis lágrimas, porque forman ya parte de mi historia y de las memorias
de mi segundo maratón.
Así que ¡¡¡¡voy por esa X!!!!!