Hay veces que las palabras quedan cortas para explicar lo que hay en el corazón de un corredor a la hora de explicar la típica pregunta ¿Por qué corres?
¡Hola! soy Zamná Aké y soy corredor.
Muchas veces me han preguntado ¿Por qué corres? ¿Por qué lo haces? ¿Cómo es que disfrutas acabar cansado y muchas veces hasta lastimado? y suelen terminar con un “no lo entiendo”, “estás loco”, “qué hueva”… y sin ánimo de tratar de convencer a otra persona, simplemente le pregunto “'¿tú no corres verdad?” y sucede que para los que hemos estado del otro lado de la conversación, de verdad es absurdo levantarse en las madrugadas o dormir hasta tarde para hacerlo.
Y sin intenciones de extenderme de más en este tema, llego a una de tantas respuestas que hay en mi mente y corazón que surgen a esa eterna pregunta.
Corro por todo, por nada, por cualquier motivo que me haga hacerlo, por cualquier pretexto.
Corro porque es lógico, porque es absurdo, porque hay días que lo entiendo y muchos no, porque simplemente me hace feliz, y otros días me hace sufrir.
Corro, porque antes no lo hacía y ahora sí. Lo hago porque no entendía a los que lo hacían y se me hacía absurda su alegría.
Sufro porque me lesiono y me obliga a dormir más horas y ¡sobre todo en vacaciones!
Corro porque me maravillo al momento de completar una distancia que antes me sonaba imposible.
¿Y el tiempo? ¡No me importa! porque el único tiempo que me importa es el que tengo para hacerlo.
Así de sencillo para los corredores, así de absurdo para los que no lo hacen. ¿Quieres entenderlo? Te espero del otro lado de la meta.
Corro, porque simplemente soy corredor.
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